El autor apunta con prudencia al conflicto ético que implica la decisión de utilizar tierras agrícolas para la producción de alimentos o para combustibles. Dice que lo ideal sería decir: "Sí a las perspectivas de rentabilidad económica, pero asegurando un escrupuloso respeto a las normas jurídicas, a la integridad ambiental y a la equidad social".
Sí o sí
Debe evitarse un conflicto con la producción de alimentos
(completamente de acuerdo)
Si se destinara la totalidad de las cosechas de maíz, sorgo, caña, remolacha, etc. del mundo para producir etanol, no se llegaría al 20 % del consumo actual de nafta, y si se volcara la totalidad de aceites vegetales y grasas del mundo para producir biodiesel, sólo cubrirían alrededor del 10 % de la demanda de diesel.
Teniendo en cuenta que la Argentina es uno de los pocos países donde puede incrementarse significativamente la producción de granos destinados a la alimentación y a los biocombustibles, esto implica una oportunidad importante para el país, defendible en la medida en que los ingresos no sean vistos sólo como una opción de negocios, sino que sirvan para disminuir las brechas sociales, la pobreza y el hambre, que fueron resultado de un modelo de concentración de renta y de exclusión.
Es inevitable un gradual reemplazo de los combustibles fósiles por otras fuentes de energía como el hidrógeno, la energía eólica, la geotérmica, los biocombustibles de segunda generación, etc.
(sigo coincidiendo hasta acá)
La enorme importancia de los biocombustibles, radica en que son una alternativa que hoy está disponible y, si bien no podrían sustituir totalmente la demanda energética, representan una posibilidad real hasta que las otras fuentes alternativas estén tecnológica y económicamente disponibles.
Sí, pero...
Estas tecnologías YA están disponibles.
No se comercializan en forma masiva por intereses de las mismas empresas
que incentivan el uso de los biocombustibles
(desde hace mucho existe el transporte eléctrico urbano y de cargas por ejemplo y además, se acuerdan de los trenes?) De la nota del maestro rescato además lo siguiente:
- La expansión de la frontera agrícola es una alternativa posible en algunos puntos del país, pero precedida por medidas de ordenamiento territorial, que contemplen a todos los actores sociales, y que entre otras cosas, aseguren la protección de áreas representativas de los principales ecosistemas.
- Antes de lanzar masivamente una campaña sobre biocombustibles, es imprescindible tener en cuenta que debe evitarse un conflicto con la producción de alimentos.
- Hay que hacer bien las cuentas sobre el ahorro de emisiones por el uso de biocombustibles: una cosa es hacer el balance de CO2 si se produce en campos con 70-100 años de agricultura, y otra muy distinta es si antes de producir se voltea el bosque y se le prende fuego sin ningún aprovechamiento. Es como empezar un partido perdiendo 10 a 5.
- Es sorprendente que nunca aparezca en la discusión que muchos grandes establecimientos que desmontan en tiempo récord y queman los desmontes, obtienen una capitalización exagerada, que no guarda relación con lo que luego tributan, ya que compran por ejemplo a 150 dólares/ha y los campos pasan a valer 1.500 a 2.000 US$/ha, pero con suerte tributan por el valor original.
Agradezco su nota y sus puntos esclarecedores prof. Adámoli,
aunque respetuosamente agrego de mi cosecha que:
Sí, pero...
(discúlpeme, hay que decirlo sin tibieza):
Es vergonzoso el solo considerar como una alternativa económica
exportar platos de comida de gente malnutrida
para el derroche ajeno
* Relevante figura académica: investigador del CONICET; profesor de Ecología (FCEN-UBA); profesor de la Maestría en Especialización en Gestión ambiental de sistemas agroalimentarios del IFEVA; ingeniero agrónomo y biólogo
Fuente: agroparlamento.com.ar
mis notas sobre biocombustibles:
Fiesta Food!
Fruits of greed
Sentido común
Al Gore y el dilema moral
Lecciones de las abejas